No digas rabieta cuando quieres decir meltdown

En este artículo respondo a las siguientes preguntas:

  • ¿Qué es un meltdown autista?
  • ¿Por qué ocurren los colapsos?
  • ¿Cómo ayudar a una persona autista en crisis?
  • ¿Se pueden prevenir estas situaciones?

Imagina una situación en la que estás en un centro comercial lleno de gente, con luces brillantes parpadeando y ruidos constantes provenientes de todas direcciones. Para la mayoría, este entorno es inofensivo. Para algunos, puede ser algo estresante.  Pero para muchas personas en el espectro autista esa situación puede desencadenar una sobrecarga sensorial. Las luces le ciegan, los ruidos le hacen daño al oído y el exceso de gente le abruma. Si esa persona no encuentra pronto un lugar seguro, tiene muchas probabilidades de sufrir un meltdown autista.

Qué es un meltdown autista

También conocido como colapso autista o crisis, el meltdown es una explosión emocional en personas autistas que aparece cuando se enfrentan a situaciones que les resultan abrumadoras o estresantes. Estos episodios pueden incluir llanto, gritos, golpes o incluso autolesiones.

Es una pérdida de control temporal, a causa de una sobrecarga de estímulos (sensoriales, sociales, cognitivos…).

Durante estos momentos, la persona puede sentir una intensa ansiedad, estrés extremo o perder momentáneamente la capacidad de procesar la información y funcionar de manera habitual. Es como si el cerebro se sobrecargara y necesitara un tiempo para reiniciarse.

Gritos, llantos, golpes ¿Rabieta o meltdown autista?

Aunque a veces pueden parecer similares, hay diferencias importantes entre un colapso y una rabieta.

RABIETA

– Hay cierto control de la situación
– Persigue un objetivo
– Se puede hablar y negociar
– Se detiene si consigue lo que quiere

MELTDOWN O COLAPSO

– La persona no tiene el control de la situación.
– No persigue un objetivo.
– Imposibilita el diálogo
– Culpabilidad y vergüenza después

Por ejemplo, un niño que quiere un helado puede tener una rabieta cuando sus padres no se lo dan. En este caso, es una reacción emocional intensa por la frustración de no conseguir lo que se desea. En el caso de conseguir el helado, la pataleta probablemente cesará. Incluso, los padres podrían negociar que se lo podrá comer después de cenar y conseguir parar el berrinche del peque.

Un meltdown es muy diferente. Seguro que se entiende más fácilmente con un ejemplo que podría ser real.

Imagina a Juan, un joven en el espectro autista, que está en una fiesta de cumpleaños en un parque de de atracciones. A pesar de que le encanta celebrar los cumpleaños y pasar tiempo con sus amigos, el ambiente del parque de atracciones puede sobrecargarlo.

En el parque, hay luces brillantes parpadeantes provenientes de las atracciones, música alta reproduciéndose en múltiples altavoces, risas y gritos de emoción, el olores variados y una multitudes moviéndose en diferentes direcciones. Además, sus amigos quieren que se una a ellos en todas las atracciones, lo que aumenta la presión social para participar y adaptarse a los cambios rápidos de actividad.

A medida que pasa el tiempo, Juan comienza a sentirse incómodo. Quizás ni siquiera es consciente de que se está sobreestimulando. Sólo sabe que empieza a sentirse nervioso y no está a gusto. Intenta seguir el ritmo de sus amigos y disfrutar de las atracciones, pero la sobrecarga sensorial y emocional se vuelve demasiado intensa.

Finalmente, llega un punto en el que su capacidad para procesar la información se ve sobrepasada, y comienza a experimentar un colapso autista. En este punto, se siente incapaz de continuar participando en las actividades, y su cuerpo reacciona con ansiedad extrema, bloqueo emocional o incluso con conductas que confunden y preocupan al entorno: se tapa los oídos, llora, grita, se retira a un rincón o se enfada sin razón aparente. 

Así es como una situación aparentemente divertida (pongamos que a Juan le encantan los parques de atracciones) puede convertirse en un reto insuperable para una persona autista debido a la sensibilidad sensorial y las dificultades para manejar la sobrecarga de información.

Cómo ayudar durante un meltdown autista

En un colapso autista, la persona pierde el control de la situación. De nada sirve enfadarse, gritar o incluso hablar durante un meltdown autista. La persona que colapsa no persigue un objetivo y, por eso, no es útil hablar e intentar negociar. Tampoco vale la pena reflexionar sobre el evento que ha hecho explotar a la persona, ya que no tiene importancia. El exceso de estímulos, la acumulación de demandas sociales o un agotamiento extremo son los que llevan a la persona a colapsar. 

Es importante recordar que tanto los colapsos como las rabietas son parte del espectro de comportamientos humanos normales, aunque en algunos casos pueden ser más frecuentes o intensos en personas con TEA. En cualquier caso, es importante tratar a las personas con respeto y comprensión en lugar de juzgar o avergonzar.

Si presencias a una persona experimentando un colapso autista, es fundamental actuar con comprensión, empatía y calma. Aquí hay algunas pautas que nos pueden ayudar a sobrellevar la situación:

  • No buscamos parar el colapso sino acompañarlo. Ofrece serenidad y calma a la persona en crisis. Hazle saber que estás allí para apoyarla, pero respeta su espacio si lo solicita. Acompañar en silencio suele ser más útil que hablar.
  • Reduce la estimulación sensorial: Si es posible, trata de identificar y eliminar o reducir los estímulos que podrían estar contribuyendo a la sobrecarga sensorial, como luces brillantes, ruidos fuertes o multitudes.
  • Ofrece un lugar seguro: dependiendo de la situación, podrías ofrecer tu ayuda para proporcionar un objeto sensorial, como un juguete antiestrés, o guiar a la persona a un lugar más tranquilo y menos concurrido.
  • Evita juzgar o criticar: no hagas comentarios que puedan aumentar su ansiedad. Es importante comprender que la persona está pasando sufriendo y no lo hace intencionadamente. Posteriormente puede sentir vergüenza y culpabilidad. 

Recuerda que cada persona en el espectro del autismo es única y puede tener preferencias diferentes durante un colapso. La clave es ofrecer apoyo y adaptarse a las necesidades individuales de la persona sin juzgar ni aleccionar.

Prevenir un meltdown es mejor que intervenir

Cuando el meltdown ya ha comenzado, es muy complicado pararlo. Por esa razón, es mucho mejor dedicar esfuerzo a intentar no llegar a esa situación.

Prevenir completamente un colapso autista puede ser complicado, ya que puede ser desencadenado por una variedad de factores y situaciones impredecibles. Sin embargo, existen estrategias que podrían ayudar a reducir la probabilidad de que ocurran los colapsos o a mitigar su impacto:

  1. Identificar señales de alerta: Hay comportamientos que suelen indicar que el colapso está cerca.  Por ejemplo: cambios en el comportamiento, aumento de la irritabilidad, inquietud o evitación de ciertas situaciones.
  2. Crear entornos auti-friendly: proporcionar entornos que reduzcan la sobrecarga sensorial. Por ejemplo,  minimizar ruidos fuertes, luces brillantes o multitudes abrumadoras.
  3. Ofrecer apoyo emocional: fomentar un entorno comprensivo y de apoyo dónde se anima a la persona a expresar sus sentimientos y necesidades y, a la vez, se le hace saber que estos se respetarán y se tendrán en cuenta. Por ejemplo, permitir a la persona usar objetos de stimming, auriculares para el ruido o pasar tiempo a solas, si lo necesita.
  4. Enseñar estrategias de autorregulación: Proporcionar técnicas de autorregulación y manejo del estrés puede ser beneficioso. Por ejemplo: prácticas de respiración, técnicas de relajación o el uso de objetos sensoriales (tal como explico en el artículo sobre stimming)
  5. Establecer rutinas y anticipar cambios: mantener rutinas predecibles da estabilidad y reduce la ansiedad asociada con cambios repentinos. El uso de calendarios visuales y planificadores ayuda a anticipar y reducir el estrés.

Es esencial comprender que cada persona en el espectro autista es única y las estrategias que funcionan para una persona pueden no ser efectivas para otra. Por lo tanto, para mí la mejor estrategia es preguntar a la persona qué necesita en cada situación. En el caso de niños pequeños, una buena idea es ofrecer un par de alternativas («¿Quieres ponerte los auriculares y quedarte con nosotros o irte a la habitación solo/a?»). Adaptar el apoyo y las estrategias a las necesidades individuales de cada persona es fundamental para ayudar a prevenir o mitigar los colapsos autistas.

¿Tienes alguna recomendación más?
¿Has tenido experiencia con colapsos o meltdowns?
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1 comentario en “No digas rabieta cuando quieres decir meltdown”

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